martes, 17 de diciembre de 2013

EDITORIAL Murialdino N° 95


¡¡¡DÉJENLOS SER NIÑOS!!!


Navidad ha llegado y con ello surgen una serie de vivencias que año a año aparecen en esta época: fiestas de familia, compras y regalos, ornamentaciones varias y un largo etcétera, entre los cuales uno que debiera ser el principal, el nacimiento de Jesús, quien como niño irrumpe en la tierra marcando con su presencia la historia para creyentes y no creyentes. Vivir la Navidad en medio del ambiente escolar me lleva a reflexionar sobre ese día y uno que inmediatamente la liturgia nos presenta, el 28 del mismo mes,  el día de los inocentes y, asociado a ello, la implacable figura de Herodes y su fatal determinación de eliminar a todo aquel que pudiese poner en riesgo su poder.

En medio de esas reflexiones, no puedo dejar de preocuparme por lo que otros Herodes hacen hoy con otros tantos pequeños niños Jesús en el mundo. También hoy encontramos Herodes que atentan contra esas vidas, también hoy hay quienes de un plumazo hacen que esa infancia desaparezca. Quizás no de manera sangrienta como lo fue hace dos mil años, aunque tampoco es tan extraño ver noticias de casos de parricidas que en venganza eliminan también a sus hijos, conmoviéndonos hasta el alma. La eliminación de esa infancia y su natural inocencia es algo que evidenciamos a diario y de variadas formas. En las escuelas vemos cómo, muchas veces, a los niños les arrancamos ese componente tan ligado a su ser, cual es su inocente actitud frente a la vida. Hoy con mayor énfasis observamos que muchas veces los padres y su entorno familiar no permiten que sigan siendo niños, algunas de esas formas se presentan cuando alentamos conductas sexualizadas a través de bailes con alto contenido erótico en sus movimientos y letras; cuando les vestimos con ropajes y pinturas que más bien parecen de bataclanas, como decía mi abuela; cuando les ponemos en sus manos aparatos como celulares y computadores con libre acceso a internet en que pueden ver programas con imágenes y temáticas que ciertamente no están preparados a asimilar; cuando festinamos con sus amistades de niños, utilizando expresiones impropias como decir que están pololeando. Podría seguir enumerando tantas otras situaciones que a diario vemos, como el transformarlos en confidentes de problemas de adultos; la mirada permisiva ante el consumo de drogas; el uso del doble sentido y del lenguaje vulgar o el trabajo y mendicidad infantil, tan asociada al abuso y corrupción de menores.

Déjenlos ser niños!!!, es el grito que en esta Navidad todos los que hemos recibido el don de ser padres debiéramos formular. ¡Déjenlos ser niños!. ¡Déjenlos vivir su inocencia!. No seamos los Herodes de hoy que eliminan inocentes e inocencias. Busquemos por todos los medios que este tiempo de Navidad nos haga rectificar alguna de nuestras conductas que, quizás sin mayor reflexión, hemos ido copiando de este mundo banal que se nos cuela por todos lados, también en las casas y en nuestras escuelas, y volvamos a cuidar como el más celoso de los padres que esa inocencia de esos otros pequeños Jesús que están a nuestro cuidado nadie, y mucho menos nosotros mismos, la ponga en peligro.


                                                                          DON MARCO

jueves, 28 de noviembre de 2013

EDITORIAL Murialdino N° 94


EDITORIAL

LA MALA EDUCACIÓN


Hace unos días recibíamos formalmente a los padres de los 120 futuros alumnos del Primero básico 2014, como siempre ocurre en estas convocatorias la sala Murialdo estaba repleta de orgullosos padres que escuchaban atentos nuestra bienvenida. Sin ser aguafiestas, al momento de dirigirme a ellos, y teniendo la experiencia que me dan algunos añitos por estos lados, les dije algunas palabras que, si bien parecen fuertes, tienen ese toque de realismo que dan las evidencias. Les dije en primer lugar que eran suertudos, pues en esta ocasión dejaron sin poder entrar a igual número de postulantes. Este año nos llegaron 240 solicitudes. Ya esto es un buen índice de que no lo estamos haciendo tan mal, pues la estampida, tal como ocurre en muchos colegios que claman por no perder matrícula, seria la tónica. Luego, sin ser pitoniso, les indiqué que si bien entraban 120, lo más probable era que muchos se nos fueran en el camino. Los habituales traslados por una parte, pero desde el colegio, las necesarias medidas para ir alejando a algunos que aparecen como murialdinos, pero que con el tiempo empezamos a descubrir como aquellos que no comulgan con nuestro estilo educativo. Les invité a mostrar pertenencia y a confiar en nuestra conducción.

La razón de tal pronóstico, va en el sentido que cada vez notamos con preocupación creciente, cómo quienes tienen la principal misión de educar empiezan por distintos motivos a delegar en otros dicho rol, culpando a éstos de los errores que se suscitan. Haciendo referencia a un artículo aparecido en esos días, les indicaba que muchos problemas que vivimos como sociedad no tienen su origen en la sala de clases, sino en el living de la casa. Ese traspaso de deberes a otros, llámese abuelos, nanas, profesores o a ninguno de ellos, ha tenido como secuela un aumento considerable de signos en que la mala educación se hace evidente. Hoy vemos con preocupación cómo ciertas habilidades sociales, las que antes denominábamos urbanismo, modales y cortesía, empiezan a desaparecer. Niños y adultos que no saben respetar los derechos de otros; personas que, creyendo que ser francos es decir todo lo que se les ocurre, no tienen ni una dosis de prudencia ni en el lenguaje ni en las formas; personas que ante ancianos o embarazadas no tienen la más mínima cortesía; personas de toda edad que tienen un lenguaje plagado de groserías, las que invaden hasta los programas televisivos. Qué decir del saludo, del dejar limpio el lugar que se usa, respetar los espacios públicos o el cancelar lo debido, sea esto un pasaje de micro o un producto consumido en el supermercado. Podría seguir con innumerables otros ejemplos de una cada vez mayor ordinariez ambiental, como la hoy tan en boga  adicción a los medios tecnológicos que impide una comunicación de palabras y miradas.

Parece - según indica el autor del artículo - que habrá que fomentar las Escuelas para Padres, aunque así como van las cosas, terminarán asistiendo nanas y abuelos, que dicho sea de paso, también hubo más de alguno de ellos presente esa tarde.

                                                                                     DON MARCO

Murialdino N° 93 EDITORIAL


EL POBRECILLO QUE NOS ENRIQUECE

         Francisco de Asís es quizás uno de los santos más queridos en el mundo. Baste pensar que es el Patrono de los ecologistas, de los animales, del medio ambiente, de los scouts, de los veterinarios. Su figura la encontramos en muchos lugares y su nombre nomina muchas calles de pueblos y ciudades. Su influjo espiritual es un modelo que por siglos ha atraído a muchos a seguir su ejemplo, tanto a religiosos y religiosas, así como también, a muchos laicos que, sin abandonar su estado de vida, se han adornado de sus virtudes. Así lo vivió el Padre Hurtado, quien antes de ser jesuita, profesó en 1916 en la Tercera Orden franciscana, quizás siguiendo el buen ejemplo que antes le había dado su madre, doña Anita Cruchaga quien fuera una destacada colaboradora Terciaria. La misma Gabriela Mistral, que escribiera los “Motivos de san Francisco”, fue sepultada con el hábito franciscano, legando a los niños del Valle de Elqui sus derechos de autor y dejando a los Franciscanos la custodia de la medalla y diploma que recibiera como Premio Nobel de Literatura. La poeta escribe a la muerte del Padre Hurtado: “del santo de Asís tenía también el hablar con gracia, la expresión a la vez donosa y llana.”

   Podríamos seguir enumerando muchos otros ejemplos del influjo de Francisco, pero baste un último. Este año nuestro querido Papa, decidió tomar de él su nombre. Resulta extraño que, siendo un santo tan querido, nadie antes haya tomado ese nombre. El mismo Papa nos cuenta que al momento de recibir la felicitación del Arzobispo de Sao Paulo por su elección, éste le dice ““no te olvides de los pobres”, entonces pensé inmediatamente en Francisco de Asís. Después, mientras seguía el escrutinio, (…) pensé en las guerras y Francisco es el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia todo lo creado en este momento. Así surgió el nombre en mi corazón: Francisco de Asís”. Y termina exclamando:”Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres”. De esta forma entendemos mejor lo que desde el primer momento estamos viendo en el proceder del Pontífice, su sencillez de espíritu, su modesto estilo de vida, las ansias – al igual que Francisco- de restaurar la Iglesia de Jesús, para hacerla más cercana y creíble a muchos que por todo el mundo tienen sed de Dios, de un Dios como el que siguió Francisco y como el que nos quiere presentar el actual Papa.

       Valgan estos pensamientos para homenajear en este mes de octubre al santo que vivió radicalmente la pobreza, el que nos enseñó que el Evangelio hay que leerlo y vivirlo sin glosa, el cual providencialmente hoy se nos presenta como un modelo de vida, el mismo que nos dejó esta bella oración y que podría ser la forma constante de relacionarnos: “El Señor te bendiga y te guarde, ilumine su rostro sobre ti y tenga misericordia de ti. Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz. El Señor te bendiga”.


                                                              DON MARCO

Murialdino N°92 EDITORIAL


TENGO UN SUEÑO

         50 años han pasado desde que el pastor protestante Martin Luther King, remeciera a sus compatriotas con el famoso discurso que abogaba por la total integración de la población negra en Estados Unidos y el reconocimiento de su igualdad de derechos ante los blancos. Hoy sabemos que en dicha jornada del 28 de agosto de 1963, también hubo otros oradores, siendo King uno de los últimos en hablar. Sus palabras, especialmente las más recordadas y repetidas, se basan en el libro de los libros, la Biblia, en los textos de Isaías:
“ ¡ Hoy yo tengo un sueño !
Yo tengo un sueño que algún día cada valle será elevado, y cada colina y montaña serán hechas llanas. Los lugares más ásperos serán aplanados y los lugares torcidos serán hechos rectos, y la gloria de Dios será revelada y todo género humano se verá junto”.

       40 años atrás, vivimos una experiencia que a muchos nos ha marcado profundamente. El día 11 de septiembre es de aquellos días que no terminan, a diferencia de algunos que los vivimos y que luego ni siquiera recordamos. En cambio éste es un día que, independiente de nuestras personales posiciones políticas no nos puede dejar indiferentes. Al mirar el pasado y ver lo que aún sigue ocurriendo en nuestro querido país, no puedo sino pensar que somos una sociedad esquizoide. Pues en estos mismos días en los que desde veredas enfrentadas muchos se agredirán, se insultarán en marchas y protestas, a los pocos días los mismos, ahora no enfrentados, serán capaces de elevar juntos sus deseos de un Chile mejor, en un brindis en el cual no hay posiciones divergentes. Agréguese a lo anterior, que antes de esas dos fechas, 11 y 18, habrá un partido de fútbol, realizado en el mismo Estadio Nacional, centro de detención y tortura en su momento, y en el cual hoy casi 50 mil voces, algunas hasta la disfonía, serán capaces de cantar con gran fuerza el Himno que a todos nos une. ¡Qué sociedad más extraña!


   Hoy yo también tengo un sueño. El mismo que iluminadamente escribiera en 1991, ese gran chileno el Cardenal Silva Henríquez, quien iniciaba su apostolado en Santiago en el mismo momento que en Estados Unidos se escuchaba el sueño de Martin Luther King. El mismo cardenal que visitó ese Estadio Nacional a pocos días del trágico 11,  y que, al igual que muchos de nosotros, anida en su corazón el sueño de un Chile mejor, más justo, porque aún no lo es; donde haya más dignidad, pues a muchos aún se les atropella, un país más solidario, pues somos uno de los países donde escandalosamente la riqueza está concentrada en unos pocos; un país donde aprendamos de una vez a respetar y respetarnos; un país que vuelva su mirada hacia el Señor, al cual le da muchas veces la espalda con las consecuencias que vemos a diario. Hoy al evocar ese sueño de Chile, les invito a que juntos soñemos un Chile mejor, iniciándolo en nuestras propias familias y lugares de trabajo.                                                                                                                                                                                                 DON MARCO

miércoles, 14 de agosto de 2013

Murialdino 91 - EDITORIAL


EDITORIAL

P. FRANCO MAGRINI
1931 -2013
         La noche del pasado miércoles 24 de julio en la ciudad de Mendoza, falleció P. Franco a la edad de 81 años. Si bien su enfermedad lo había ido desgastando al punto de reducir sus movilidad y hacerlo dependiente de los cuidados de otras personas, confiábamos tenerlo algún tiempo más con nosotros. El parkinson y su desapego al descanso, bien merecido por lo demás, así como su incansable ritmo de vida,  al final le  pasaron la cuenta. Hablar de P. Franco, resulta evocar los más hermosos momentos de mi infancia. Junto a el aprendí a leer y escribir. Nos aconsejó diariamente  cada mañana en el saludo y la oración con la que siempre relacionaba un hecho de la vida con ejemplos imborrables. Su presencia en todo momento, tanto en la sala, en los recreos o en el casino a la hora de comer, nos hacía preguntarnos a qué hora se dedicaba a él mismo. Después del almuerzo estaba en un largo recreo con los que nos quedábamos medio pupilos y luego hasta las cinco de la tarde haciendo las tareas. Ahí nos despedía como siempre acompañándonos hasta Loreto, pues esa esquina, en esos tiempos sin semáforo era y sigue siendo peligrosa. Allí de hecho, le vi cargar en 1971 el cuerpo destrozado de uno de sus alumnos de tercero básico atropellado por un camión.

       P. Franco fue un josefino a carta cabal. Supo hacer suyo eso de ser un cura de patio, como quería Murialdo. Estuvo con nosotros siempre. Para sus alumnos pasaba largas jornadas preparando las famosas Revistas de Gimnasia o imprimiendo en el mimeógrafo manual las ediciones de la revista Nadino, la que añorábamos recibir cada mes. A fin de año todos junto a él partíamos en romería al cerro a culminar el Mes de María, el que cada día rezábamos frente a un altar monumental donde cada curso competía por tenerlo más llenos de flores. En los días de lluvia, sabíamos que era seguro que nos deleitaría con una filmina sobre alguna historia bíblica o de algún santo. Esas láminas sin sonido tenían su voz como el mejor efecto sonoro y ciertamente muchas de esas hermosas enseñanzas quedaron marcadas gracias a ese rudimentario medio audiovisual.

       Con los años evoco esos momentos y la figura, de quien me impartió cuatro sacramentos. Me preparó a la Primera Comunión estando en segundo básico; me confesé con el la primera vez y luego otras tantas veces; de él recibí la Confirmación, pues siendo Padre Provincial en 1977, vino desde Mendoza y delegado por el Obispo nos impartió el crisma, luego bendijo mi matrimonio, acompañándome en los momentos más tristes y también más hermosos de mi vida. Hoy cuando ya ha partido al encuentro con el Padre bueno y misericordioso, que nos enseñó a invocar, estoy seguro que así como a mí, su recuerdo nos llena de emoción, trayendo a la memoria innumerables momentos vividos con este josefino de recio carácter, deportista, trabajador, pero sobre todo tan murialdino. Sólo nos resta dar gracias a Dios por su paso por nuestras vidas y mantener su recuerdo, tratando de hacer que otros niños sean en estos espacios tan felices como lo fuimos quienes tuvimos la dicha de ser sus alumnos, tratando de emular su ejemplo de educador convencido, competente y coherente.   
                                                                                                                                                                                        DON MARCO

viernes, 5 de julio de 2013

EDITORIAL MURIALDINO N°90

 

 
POBRES MANOSEADOS
 
         Primarias, Papa y protestas son tres palabras que comienzan con “P”, pero no es esa la única coincidencia. En esos tres conceptos últimamente hay un hilo común, el que es dado por la palabra pobres. En estos días, las protestas arrecian en el mundo entero y con cada vez mayor fuerza convocan a verdaderas multitudes que tienen de cabeza a los gobiernos y a sus aparatos policiales. La causa de sus demandas es pedir a gritos que los pobres dejen de ser postergados y que se frene la corrupción, que hace que algunos se llenen los bolsillos con recursos que debieran haber sido destinados a otros fines. Así también, el actual Pontífice inauguró un período dentro de la Iglesia en que desde el primer día puso su foco en los más necesitados, haciendo énfasis, empezando por él mismo, en tener un estilo más austero. De igual forma, en nuestro país hemos escuchado como todos los que aspiran en noviembre a ser presidente de la República, dedican en sus discursos largos espacios para hablar de las promesas que esperan cumplir cuando sean electos, la mayoría de las cuales dice relación con dar a los más pobres lo mínimo necesario para hacer de esta una sociedad más justa e inclusiva.
 
       El tema de la pobreza es tan antiguo como la vida misma. Ya Jesús, y antes de él los profetas clamaban por dar mayor prioridad a los más necesitados. Uno y otros predicaron con su ejemplo de vida que los pobres merecen una urgente atención. En días pasados un sacerdote chileno residente en África hacía una crítica que dolió a más de alguno al señalar que se necesita una iglesia menos instalada y más cercana a los más necesitados, a quienes ésta debe poner en el centro. Seguramente esos mismos que se incomodaron también lo hicieron cuando el Papa pidió “una iglesia pobre y para los pobres”, y a renglón seguido denunciaba la cultura del desecho, pues “botar comida es como robar alimentos a los pobres”. En esto tampoco se equivoca, pues según la FAO, cada año en el mundo se pierden 1.300 millones de toneladas de comida.
 
       Aún nos impacta a los chilenos el llamado angustiado de Juan Pablo II en su histórica visita de hace ya 25 años. Los pobres no pueden esperar, nos decía, pero al ver cuanto tiempo ha pasado, notamos que si bien estadísticamente hemos disminuido la cantidad, aún permanece como un problema insoluble. Hace años leía en un ejemplar de la Biblia Latinoamericana el pie de página de una impactante foto, la que junto a otras fue retirada en las siguientes ediciones (!), allí decía: “No se trata tanto de dar a los pobres, como de hacernos pobres con ellos”. Pareciera que ese es el camino, al menos es lo que estamos viendo con el actuar de nuestro Papa y es lo que esperamos también de todos los que nos decimos católicos, que no hablemos tanto de los pobres y de las muchas formas de pobreza, sino que nos hagamos pobres con ellos, siendo más austeros en nuestra vida, siendo más generosos y justos con los que más necesitan, usando los bienes materiales como medio y no como fin, pues en sus palabras: “el dinero debe servir y no gobernar”.-
 
DON MARCO

lunes, 10 de junio de 2013

Murialdino N° 89

EDITORIAL

 
“HUÉRFANOS DE PADRES VIVOS”
 
 
         Por años he mantenido en el recuerdo esta terrible frase pronunciada por el Papa Juan Pablo II al referirse a aquellos niños y jóvenes que, teniendo a sus padres biológicos vivos, los tienen tan lejanos, que son en verdad verdaderos huérfanos. Pensar en orfandad, es pensar en abandono, en casas de menores u orfanatorios, pero la realidad que vivimos en la sociedad actual, nos muestra que no necesitamos visitar esos lugares para encontrarnos con ellos. Es lo que me ocurre a diario, también al interior de nuestro colegio. Por tantos años he visto con dolor, como esos mismos que en un minuto dijeron haber engendrado un hijo por amor, al momento de separarse de su cónyuge, les niegan a ella y a sus hijos todo sustento, debiendo muchas veces recurrir a Tribunales de Familia para conseguir una verdadera limosna, pues hay los que mienten respecto a sus recursos, indicándole a los jueces que ganan tan poco, que sólo lo que la Ley indica es lo que mezquínamente pueden aportar.
 
       Por ello, les insisto tanto a mis alumnas que se formen como profesionales, para que, el día de mañana, no les encontremos solicitando verdaderas limosnas en tribunales, sino que con su trabajo sean autosuficientes y dignas madres. Ya han pasado algunos años desde que, participando de un Consejo de Profesores en la Enseñanza Media, fui anotando las causales por las que los profesores hablaban de aquellos casos más delicados. Llamaba la atención, y hoy no debe haber cambiado mucho esa situación, como de los 500 alumnos que están en Enseñanza Media, eran escasos los que se presentaban con problemas de rendimiento, mucho menos aquellos con dificultades de convivencia o de conducta, lo cual habla muy bien de nuestro ambiente escolar, pero el mayor número de los que allí eran presentados a análisis, eran aquellos alumnos con problemas emocionales, y al seguir la pista, en la gran mayoría se trataba de alumnos cuyas familias estaban rotas o viviendo crisis, donde ellos eran simplemente víctimas o testigos de desencuentros que terminaron con la ilusión, tantas veces buscada, de formar una hermosa y unida familia.
 
       La crisis de nuestros ambientes, tiene, en gran medida, su origen en la crisis de paternidad que hoy vivimos. Sociedades huérfanas de ideales deambulan buscando falsos padres que la droga, las figuras efímeras del espectáculo o  del populismo político, jamás les podrán presentar. Se requiere para esos huérfanos de padres vivos, una sociedad que les muestre verdaderos modelos de paternidad, aquella que juntamente con un amor sin medida e incondicional, sea capaz de proponer ideales y de educar en los límites. Dios permita que en vez de ir en aumento, cada vez encontremos menos, fuera y dentro del Liceo, a estos huérfanos de padres vivos. Sería una mejor y menos comercial forma de festejar el Día del Padre.       
 
                                                                DON MARCO

lunes, 13 de mayo de 2013

Despedida a Don Tomás Bruna

 
    El pasado martes 30 de abril observé cómo, con tu sereno andar, recorriste por última vez como docente de este Liceo el patio camino a la entrada. Nadie hasta hoy y difícilmente alguno de los que actualmente ejercemos la noble misión de enseñar, logrará el record por ti conseguido al estar 50 exactos años ejerciendo como profesor. ¡Y qué profesor! Un profesor que, sin alzar la voz supo imponerse por presencia, logrando el cariño de sus alumnos, incluso de aquellos que en un principio no lograron entender tu humor tan característico, donde más de alguna ironía les incomodó.
 
     Has SUMADO tantos años, tantas experiencias. Hay pocos que logran superar tus más de 2500 horas de perfeccionamiento. Sumaste a tantas generaciones entre tus alumnos, incluso a mí que hace exactos 40 años tuviste en tu jefatura, la misma que comenzamos festejando el Día del Profesor en aquel trágico 11 de septiembre del ‘73. A todos ellos les enseñaste las difíciles matemáticas con un ordenado método.
     Pero por otra parte, de tanto darte, te RESTASTE a tu familia en largas y agotadoras jornadas de trabajo no sólo en nuestro colegio, sino que también por muchos años en jornada vespertina con niños de Lo Prado, a quienes nos hiciste muchas veces apadrinar.
 
     MULTIPLICASTE las horas para ir de un colegio al otro, sin dejar jamás de ser el primero en llegar y en cumplir con todo lo solicitado y aún más, estando siempre presto a ayudar a otros colegas y a acoger a los más jóvenes siendo también para ellos un verdadero maestro. Recuerdo cómo te pedían ayuda algunos, y especialmente algunas, que solían equivocarse una y otra vez al confeccionar manualmente las Actas finales, hasta que el solidario Tomás, en un dos por tres les hacía el acta sin errores y con una caligrafía envidiable, prueba de que el orden es tan necesario para conseguir buenos resultados.
 
     La DIVISIÓN es una operación que en las relaciones humanas suele pasar la cuenta, pero no a ti. Tu trato caballeroso, chistoso pero nunca grave ni vulgar, jamás dejó a un colega herido. Muy por el contrario, generabas unión, siendo modelo de docente para las nuevas generaciones.
 
    Raya para la suma: has sido grande siendo de porte pequeño; has sido maestro, aunque sólo buscaste ser un buen profesor; has sido padre de tantos, aunque solo tuviste una hija; has sido testigo privilegiado de gran parte de la historia de nuestro Liceo; has sido un hombre de fe, pero sin aspavientos; has sido ejemplar y es por eso que al partir nos harás tanta falta.
 

                       DON MARCO

lunes, 8 de abril de 2013

BUENOS AIRES PARA LA IGLESIA


EDITORIAL

 

         A pocos dejó de sorprender el nombramiento del Arzobispo de Buenos Aires como nuevo Pontífice de nuestra Iglesia. Los medios de comunicación trajeron en directo la impactante noticia y durante los siguientes días, han informado en detalle de todo lo concerniente al arribo del primer Papa latinoamericano como Obispo de Roma. Muchos han sido los gestos y palabras que hemos recibido y que, analizándolos en su conjunto, nos permiten augurar buenos aires para la Iglesia. El que sea el primer jesuita  no deja de ser interesante, sobre todo por las características que tiene esta Congregación y sus avanzados planteamientos en muchos temas; el que sea el primer Papa latinoamericano es también una gran novedad y fuente de esperanza para enfrentar, desde una nueva perspectiva, la misión de evangelizar al mundo. La elección de su nombre no deja también de sorprendernos, siendo Francisco de Asís un santo no perteneciente a los jesuitas y que, pese a tener una gran devoción entre los fieles, nunca un Papa haya elegido su nombre. Está demás decir, que así como para los judíos la elección del nombre implicaba una misión, con mayor razón lo es en el caso de un Papa, indicando que el estilo de Francisco de Asís estará más que presente en su actuar a cargo de la Iglesia, una Iglesia que como aquella del tiempo del Pobrecillo de Asís requería que alguien se pusiese manos a la obra para restaurarla. El de Asís en un primer momento creyó que se trataba de una restauración material, la que acometió con sus hermanos, pasando luego a liderar un movimiento de renovación de una Iglesia que urgentemente requería fijarse en lo esencial y dejar lo suntuario que, como lastre, hacía de la iglesia de su tiempo una muy distante de la gente más sencilla, que de boato y solemnidades, bien poco sabía. Hoy la tarea parece la misma. A este Francisco le toca gobernar la Iglesia en momentos que las fisuras de todo tipo hacen que el conjunto tambalee. Podríamos seguir enumerando datos significativos, como la conformación de su escudo pontificio; las salidas de protocolo que ha venido haciendo desde el inicio; el no usar todo el ropaje tradicional que siempre usaron los Papas; el ir a una cárcel juvenil a celebrar el jueves santo, besando los pies de 12 jóvenes, incluso alguno no creyente; o hasta el anecdótico hecho que siguiera usando los mismos zapatos con que llegó al cónclave.

     Todo lo anterior puede resultar meramente anecdótico y no pasar de ello. Con los grandes hombres que nos presenta la historia podemos quedarnos en la admiración, o por el contrario, en la imitación. Con Francisco corremos el riesgo de contemplar sus audaces pasos a cargo de esta díscola nave que es nuestra Iglesia, o ser capaces de pasar de la admiración a la imitación de su ejemplo. Aquí sí que hay una gran tarea. Imitar la centralidad de Cristo en su mensaje, donde él solo es el mediador. Imitar su opción por los pobres, la cual no se ha quedado en meras palabras. Imitar su gran humildad, a ejemplo de san José, a quien al inicio de su pontificado ha puesto como modelo a seguir y que quedó graficado en el momento más elocuente, pero a la vez aquel donde el silencio habló: cuando desde el balcón de san Pedro, inclinó su cabeza para que los fieles rezáramos por él.

 Estamos viviendo un hecho histórico: no sólo veámoslo, sino imitémoslo.

                                                                          DON MARCO

jueves, 4 de abril de 2013

VOLVIMOS AL ROJO


EDITORIAL


 
        Gran alegría provocó la decisión de pintar nuevamente de rojo colonial el edificio de la Enseñanza Media. Los nostálgicos se encontrarán felices, pues se añoraba volver al color que originalmente tuvo por muchos años ese hermoso edificio. Como siempre habrá algunos contentos y otros que no lo estarán tanto. Lo importante es no caer en el defecto de que todo lo pasado ha sido mejor -signo de decrepitud- o por el contrario, despreciar el pasado, pensando que lo que uno hace o vive es lo mejor, esto se llama mesianismo. Ambos defectos están en nuestra cultura, también en la murialdina y de vez en cuando se asoman. Por ejemplo, es habitual que muchos antiguos alumnos afirmen que su promoción fue la mejor, o usando la misma frase siempre “antes en el Murialdo la disciplina era mejor”, lo mismo dicen algunos de la presentación personal y de otros tópicos como el que todos los alumnos que egresaban quedaban en la universidad. Como soy murialdino de los que conocimos la televisión en blanco y negro, trato siempre de romper con esos mitos. Sobre la disciplina, hay episodios pasados que nos avergonzarían si hoy se reeditaran; lo mismo sobre la presentación personal, en especial en la década de los años 70; así también sucede con el hecho que toda la promoción entraba a la universidad, claro que eso era más fácil ya que el sistema era tan piramidal que llegaban a los últimos años sólo los que lograban aprobar, los demás iban “muriendo en el camino”; de hecho, recuerdo promociones de una docena de estudiantes, habiendo sido en sus inicios cursos tan numerosos como el mío de primero básico  en que éramos 68, egresando sólo 24.

       Volver al color original, nos tiene que servir para volver a las fuentes, no para mirar el pasado con nostalgia de viejo sino para rescatar de ese pasado lo mejor, a fin de transmitirlo a las nuevas generaciones. Es lo que hace la Iglesia, conmovida por la decisión del Papa Benedicto, teniendo que volcarse a sus orígenes buscando al más idóneo entre los suyos para que asuma la tarea de conducir la Iglesia. Es lo que constantemente hacen nuestros josefinos, quienes al cumplir 140 años desde su fundación, vuelven una y otra vez la mirada a su pasado para reencantarse con las ideas y sueños originales de los fundadores y entregarse a los nuevos desafíos que el hoy les presenta. Es esto también lo que nosotros, a menor escala, debemos hacer como colegio: mirar el pasado, no para pensar que ello es lo único que importa, sino para que, rescatando lo mejor de nuestra historia, podamos seguir educando los corazones de los niños y jóvenes que hoy se nos han confiado.

       En este Año de la Fe, volvamos a mirar nuestros orígenes actualizando el mensaje, para que ese don recibido antes de ser transmitido sea vivido, que es, al fin de cuentas, lo más importante para ser creíbles ante nuestros alumnos.                                                                                                                                     DON MARCO

jueves, 3 de enero de 2013


EDITORIAL


ADIÓS AL VIEJO PASCUERO, QUE VIVA JESÚS

         Las fiestas de fin de año son ocasión propicia para reflexionar sobre los valores imperantes y las tergiversaciones que, especialmente el mundo comercial, nos impone, sin que nos demos demasiado cuenta. Así ocurre con la Navidad. En ella hay dos modelos que pugnan por marcarnos claramente nuestro actuar. Por un lado, la creación del viejo pascuero, excesivamente ligada a una marca comercial y todo lo que ello conlleva. Es el que nos invita a gastar en  forma indiscriminada, a pensar que el mundo se va a acabar sino tenemos muchos regalos que entregar. En muchos países, ejemplo que debiéramos seguir, los regalos se postergan para la fiesta de reyes, el 6 de enero, despejando de este modo a la Navidad de todo ese halo comercial que es tan dañino y que desperfila el real sentido. Ese viejo de pascua que desde las vitrinas nos invita al gasto, se contrapone con el Niño de Belén que desde el pesebre nos sigue invitando a la austeridad, a una vida más preocupada de las cosas invisibles a los ojos, que de aquellas tangibles y caras, que a la larga no es que traigan la felicidad.

   En el mundo se está viviendo una de las peores crisis, donde naciones enteras están en la bancarrota. En esos lugares han aumentado considerablemente los suicidios y la angustia amenaza a las familias con las consiguientes consecuencias de infelicidad. En nuestro país, parece no importarnos mucho lo que está ocurriendo en esos lugares. El serio manejo económico, de ésta y anteriores administraciones nos hace ver como espectadores lo que ocurre en el mundo. Pareciera que olvidamos que estos procesos son muchas veces inesperados y que se generan muchas veces por causas externas a los propios países. Por eso debiéramos estar preparados. El ejemplo de las hormigas no nos viene mal.

   Hablar hoy de austeridad en un país con una economía boyante, pero donde hay grandes sectores postergados, pareciera no ser lo más lógico.  Acá las cifras de cesantía y pobreza -las que siguen existiendo- son cada vez más bajas. Muy distinto es el caso de países europeos, donde el desempleo azota a millones, llegando al 50% de la población más joven de España, obligando a muchos a emigrar en pos de mejores horizontes.

       Desde estas páginas hacemos un llamado a hacerle más caso al Niño Jesús, que pobre como pocos nos sigue repitiendo desde el pesebre que las cosas materiales son importantes tanto y cuanto nos sirvan; que la palabra austeridad, ahorro, sencillez, son un real estilo de vida tan distante del consumismo desbocado que por estos días, a quien más a quien menos, a todos nos amenaza.
                                                                                                                                                                                            DON MARCO

EDITORIAL


LA FIESTA DEL PERDÓN

         Al observar cómo decenas de niños de quinto básico se acercaron por primera vez a confesarse, me preguntaba porqué es este uno de los sacramentos menos vistosos. Si los 7 sacramentos son fuente de gracia, llama la atención que, salvo para dos, no haya fotógrafos ni cámaras que filmen en ese día. En todos los demás,  los fotógrafos quieren, incluso olvidándose del respeto al templo, dejar un recuerdo del día del Bautismo, de la Primera Comunión, de la Confirmación, del Matrimonio y de la recepción del Orden sagrado. Álbumes de estas ceremonias tenemos en cada casa, a todas ellas llegan invitados y hay más de algún festejo…pero por razones obvias nadie retrata el momento en que uno de nuestros parientes recibe la Unción de los enfermos, si bien hace décadas existían fotógrafos que tomaban imágenes de los funerales e incluso retrataban por última vez a los finaditos. De la confesión nadie guarda una foto, ni menos se nos ocurriría invitar a festejar después de haber recibido la gracia del perdón.

       Viendo  a esos niños, más de alguno, bastante nervioso, se me ocurría pensar en porqué este sacramento es tan íntimo, quizás por el natural pudor de no ventilar nuestras miserias personales, y tan poco frcuentado, por más de alguna mala experiencia con algún confesor que más que hacernos sentir el amor misericordioso del Padre nos terminó humillando. Viéndolos en su traviesa inocencia me preguntaba de qué se irían a confesar, si uno los ve tan buenos en comparación con lo que uno como adulto considera pecado.

       Este poco valorado sacramento debiera ser para todos el incentivo para creer en el perdón de Dios y en hacernos a la vez más generosos para perdonarnos mutuamente. En una reciente encuesta se menciona que el 76% de los católicos nunca o casi nunca se confiesa, el 68% no cree o tiene dudas de que el sacerdote pueda perdonar los pecados en nombre de Dios, pero sí el 87% está de acuerdo en llamar al sacerdote cuando hay un enfermo grave para darlela Unción. Mientras más viejos, nos volvemos más reacios a otorgar el perdón. Cunden las excusas, diciendo por ejemplo, que sólo Dios perdona, especialmente aquellos que son draconianos con los demás y excesivamente complacientes con sus propias faltas. Son los que a los demás no les perdonan ni una, pero cuando ellos caen, quieren que les perdonen, pues no se consideran tan malos.

       Hablar hoy de este sacramento es hablar de valorar la capacidad de perdonar, es hablar de corazones magnánimos pues están ciertos que Jesús vino a buscar a los pecadores y no a los que se creen buenos, en fin es hablar de grandeza humana, la que es mayor cuanto más humilde es nuestro actuar.
                                                                                                                                                                                                            DON MARCO