¡¡¡DÉJENLOS SER NIÑOS!!!
Navidad ha llegado y con ello surgen una
serie de vivencias que año a año aparecen en esta época: fiestas de familia,
compras y regalos, ornamentaciones varias y un largo etcétera, entre los cuales
uno que debiera ser el principal, el nacimiento de Jesús, quien como niño
irrumpe en la tierra marcando con su presencia la historia para creyentes y no
creyentes. Vivir la Navidad
en medio del ambiente escolar me lleva a reflexionar sobre ese día y uno que inmediatamente
la liturgia nos presenta, el 28 del mismo mes,
el día de los inocentes y, asociado a ello, la implacable figura de
Herodes y su fatal determinación de eliminar a todo aquel que pudiese poner en
riesgo su poder.
En medio de esas reflexiones, no puedo dejar
de preocuparme por lo que otros Herodes hacen hoy con otros tantos pequeños
niños Jesús en el mundo. También hoy encontramos Herodes que atentan contra esas
vidas, también hoy hay quienes de un plumazo hacen que esa infancia
desaparezca. Quizás no de manera sangrienta como lo fue hace dos mil años,
aunque tampoco es tan extraño ver noticias de casos de parricidas que en
venganza eliminan también a sus hijos, conmoviéndonos hasta el alma. La
eliminación de esa infancia y su natural inocencia es algo que evidenciamos a
diario y de variadas formas. En las escuelas vemos cómo, muchas veces, a los
niños les arrancamos ese componente tan ligado a su ser, cual es su inocente
actitud frente a la vida. Hoy con mayor énfasis observamos que muchas veces los
padres y su entorno familiar no permiten que sigan siendo niños, algunas de
esas formas se presentan cuando alentamos conductas sexualizadas a través de
bailes con alto contenido erótico en sus movimientos y letras; cuando les
vestimos con ropajes y pinturas que más bien parecen de bataclanas, como decía mi abuela; cuando les ponemos en sus manos
aparatos como celulares y computadores con libre acceso a internet en que
pueden ver programas con imágenes y temáticas que ciertamente no están
preparados a asimilar; cuando festinamos con sus amistades de niños, utilizando
expresiones impropias como decir que están pololeando. Podría seguir enumerando
tantas otras situaciones que a diario vemos, como el transformarlos en
confidentes de problemas de adultos; la mirada permisiva ante el consumo de
drogas; el uso del doble sentido y del lenguaje vulgar o el trabajo y
mendicidad infantil, tan asociada al abuso y corrupción de menores.
Déjenlos ser niños!!!, es el grito que en
esta Navidad todos los que hemos recibido el don de ser padres debiéramos formular.
¡Déjenlos ser niños!. ¡Déjenlos vivir su inocencia!. No seamos los Herodes de
hoy que eliminan inocentes e inocencias. Busquemos por todos los medios que
este tiempo de Navidad nos haga rectificar alguna de nuestras conductas que, quizás
sin mayor reflexión, hemos ido copiando de este mundo banal que se nos cuela
por todos lados, también en las casas y en nuestras escuelas, y volvamos a
cuidar como el más celoso de los padres que esa inocencia de esos otros
pequeños Jesús que están a nuestro cuidado nadie, y mucho menos nosotros
mismos, la ponga en peligro.
DON
MARCO