viernes, 5 de julio de 2013

EDITORIAL MURIALDINO N°90

 

 
POBRES MANOSEADOS
 
         Primarias, Papa y protestas son tres palabras que comienzan con “P”, pero no es esa la única coincidencia. En esos tres conceptos últimamente hay un hilo común, el que es dado por la palabra pobres. En estos días, las protestas arrecian en el mundo entero y con cada vez mayor fuerza convocan a verdaderas multitudes que tienen de cabeza a los gobiernos y a sus aparatos policiales. La causa de sus demandas es pedir a gritos que los pobres dejen de ser postergados y que se frene la corrupción, que hace que algunos se llenen los bolsillos con recursos que debieran haber sido destinados a otros fines. Así también, el actual Pontífice inauguró un período dentro de la Iglesia en que desde el primer día puso su foco en los más necesitados, haciendo énfasis, empezando por él mismo, en tener un estilo más austero. De igual forma, en nuestro país hemos escuchado como todos los que aspiran en noviembre a ser presidente de la República, dedican en sus discursos largos espacios para hablar de las promesas que esperan cumplir cuando sean electos, la mayoría de las cuales dice relación con dar a los más pobres lo mínimo necesario para hacer de esta una sociedad más justa e inclusiva.
 
       El tema de la pobreza es tan antiguo como la vida misma. Ya Jesús, y antes de él los profetas clamaban por dar mayor prioridad a los más necesitados. Uno y otros predicaron con su ejemplo de vida que los pobres merecen una urgente atención. En días pasados un sacerdote chileno residente en África hacía una crítica que dolió a más de alguno al señalar que se necesita una iglesia menos instalada y más cercana a los más necesitados, a quienes ésta debe poner en el centro. Seguramente esos mismos que se incomodaron también lo hicieron cuando el Papa pidió “una iglesia pobre y para los pobres”, y a renglón seguido denunciaba la cultura del desecho, pues “botar comida es como robar alimentos a los pobres”. En esto tampoco se equivoca, pues según la FAO, cada año en el mundo se pierden 1.300 millones de toneladas de comida.
 
       Aún nos impacta a los chilenos el llamado angustiado de Juan Pablo II en su histórica visita de hace ya 25 años. Los pobres no pueden esperar, nos decía, pero al ver cuanto tiempo ha pasado, notamos que si bien estadísticamente hemos disminuido la cantidad, aún permanece como un problema insoluble. Hace años leía en un ejemplar de la Biblia Latinoamericana el pie de página de una impactante foto, la que junto a otras fue retirada en las siguientes ediciones (!), allí decía: “No se trata tanto de dar a los pobres, como de hacernos pobres con ellos”. Pareciera que ese es el camino, al menos es lo que estamos viendo con el actuar de nuestro Papa y es lo que esperamos también de todos los que nos decimos católicos, que no hablemos tanto de los pobres y de las muchas formas de pobreza, sino que nos hagamos pobres con ellos, siendo más austeros en nuestra vida, siendo más generosos y justos con los que más necesitan, usando los bienes materiales como medio y no como fin, pues en sus palabras: “el dinero debe servir y no gobernar”.-
 
DON MARCO