(Murialdino mes de Octubre)
EDITORIAL
VER PARA CREER
Muy interesante resultó para quienes concurrimos el pasado sábado 29 de septiembrela Jornada de Espiritualidad de nuestra comunidad murialdina. Más de cien personas representando a todos los estamentos de nuestro colegio fuimos convocados con el tema del Año de la fe, que acaba de ser inaugurado por el Papa. Por la mañana el Vicario para la Educación P. Tomás Sherz, nos regaló un profundo momento de reflexión sobre esta temática y por la tarde, compartimos una novedosa presentación de la poco conocida carta de Santiago, la que tiene una fuerza inspiradora que cobra mucha actualidad en el tiempo que vivimos. Señalo que tiene actualidad esta breve pero contundente carta, pues entre los temas que contiene está el de demostrar en obras concretas aquello en que se cree: “Así también la fe: si no tiene obras, está completamente muerta” (St. 2,17).
Hoy como nunca, me he acordado de un antiguo texto, llamado Carta a Diogneto, en el que se describe cómo eran los primeros cristianos, en él se enfatiza que no por elementos externos ellos se diferenciaban de las demás personas, sino por su forma de vivir: “Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres.” Tan distintos eran, que “más parece propio de locura que de verdadero culto religioso.”, pues (…)”se encuentran viviendo un estilo de vida admirable y, por confesión de todos, extraordinario.”, y remata diciendo que más que por los ritos o por los ropajes “los cristianos son conocidos como hombres que viven en el mundo, pero su religión permanece invisible.” Tan actuales y fuertes son estas palabras que creo que no admiten más comentarios. Cada vez se hace más frecuente el que se critique a nuestra Iglesia. Hay consenso, en especial entre los jóvenes, que el mayor defecto es nuestra incoherencia de vida, el predicar una cosa y el hacer otra, o el exigir a otros determinados comportamientos, que ni siquiera el que los pide los vive.
De visita en nuestro país, el anterior vocero del Vaticano señalaba que hoy hacen falta menos predicadores y más testigos. Muchas veces me ha tocado escuchar cómo se felicita a personas por lo bien que hablan o por lo bien que escriben. Una y otra forma de expresión sepueden aprender y mejorar con técnicas oratorias o estilísticas, según sea el caso. El mejor halago no es que hable o escriba bonito, sino que viva bonito, que viva lo que dice y escribe. En fin de cuentas que seamos más testigos, como esos primeros cristianos que eran reconocidos por su actuar, que meros predicadores, de los cuales ya hay muchos.