miércoles, 23 de abril de 2014

EDITORIAL ÑEQUE Y RESILIENCIA


EDITORIAL

ÑEQUE Y RESILIENCIA


  A mis alumnos de cuarto medio suelo ponerlos a prueba dada la cercanía de la PSU y sus exigencias de un vocabulario adecuado, con palabras en español, que lamentablemente usamos poco, y que ellos especialmente desconocen. Así les hago notar la importancia de leer y tener una constante curiosidad por saber la etimología y significado de las palabras. Será por culpa de mi madre quien aún tiene este hábito y porque ella misma junto a mi padre, una de los primeros regalos que nos hicieron fue una costosa enciclopedia que nos sirvió muchísimo en nuestra formación y a la cual nos habituamos a consultar. Hoy veo con preocupación cómo nuestros jóvenes y niños utilizan  cada vez menos palabras, reemplazándolas por una serie de modismos, muchos de los cuales son francamente groserías. A propósito de ello, en estos días he encontrado el significado y origen de algunas palabras que a veces uso y que se han ido perdiendo, una de ellas es ñeque, de origen mapuche y que se asocia al vigor, al empeño, a la fortaleza para enfrentar desafíos. En el mismo sentido hoy los psicólogos nos han acostumbrado a utilizar la expresión resiliencia, para indicarnos la capacidad de las personas para sobreponerse a situaciones difíciles y lograr continuar con la vida.

    Al recordar a tantos exalumnos que uno ha conocido en estos no pocos años de labor docente, no deja de admirarme la capacidad de muchos de ellos de sobreponerse a situaciones dificilísimas y pese a ello, no echarse a morir, y ser hoy hombres y mujeres integrados a la sociedad, exitosos en su vida familiar y profesional. Podría escribir muchas páginas, y de hecho a veces he tenido la tentación de poner en el papel alguna de esas historias que nos han impactado, en las cuales chiquillos nuestros han superado enfermedades catastróficas, la desaparición de sus seres queridos, el haber nacido en condiciones de extrema pobreza, la pérdida de sus bienes por incendio o por otras razones y, pese a ello, ser hoy destacados hombres y mujeres.

  Cuando observo a los actuales alumnos, en muchos veo que todo se les ha dado tan fácil; incluso muchos padres que vivieron necesidades en su infancia, por tratar de evitarles ese dolor cometen el error de hacerles todo tan expedito que nunca sabrán el valor de las cosas, la importancia del sacrificio, los frutos de la perseverancia y del trabajo bien hecho. Nos hemos acostumbrado como sociedad a una vida en que todo es desechable y en ella buscar que todo sea lo más fácil posible. El sudor, las horas de estudio para conseguir una meta son elementos más que válidos hoy que tanto se habla de educación. En una sociedad que no valora lo conseguido por otros, menos valorará lo que no ha costado sacrificio propio. Lo veo a diario, desde los valiosos libros que nos entregan desde el Ministerio, cuyo valor supera a veces los veinte mil pesos cada uno y al fin de año los alumnos los botan porque “no les sirven”. Ni hablar de aquellos que sólo esperan que el Estado les solucione todos sus problemas. Justo en este año en que se habla de educación gratuita nos convendría revisar si las cosas que no cuestan se valoran igual. Puede ser válido en otras culturas; en lo que no creo equivocarme, es que en la nuestra, de ñeque y resiliencia hay aún mucho por decir y especialmente vivir.-

                                                                                                    DON MARCO