DESALMADOS
¿En qué nos
equivocamos? Esta pregunta que hace años aparecía en un ingenioso comercial de
bebidas, me viene a la memoria cuando veo las fechorías que a diario nos
presentan las noticias y donde muestran a personas que delinquen, y
especialmente menores de edad que cometen delito tras delito. Detrás de ellos
hay una familia y una escuela que seguramente hicieron algo para que esa historia
tuviese un final feliz. Lamentablemente no es este el caso de muchos. Las malas
juntas, las carencias afectivas, las familias destruidas, las frustraciones
acumuladas y en última instancia las culpas de todos, el llamado pecado social,
son parte de una serie de factores que parecen torcer irremediablemente el
destino de tantos. Hace años era típico utilizar la expresión, desalmados, especialmente
en las películas del lejano oeste americano y en su doblaje al español fue un
término que escuchamos más de una vez. Los desalmados, es decir los que carecen
de alma, los forajidos, son los que dañan a otros, los que producen dolor en la
sociedad.
Y mientras ello
ocurre, vemos cómo las cifras de crímenes siguen aumentando. ¿En qué fallamos?
Seguramente más de alguna culpa tienen los padres y también la escuela en más
de uno de esos casos, pero así también esos mismos actores más de algo habrán
hecho por esos niños y jóvenes para intentar transmitirles esos valores tan
fundamentales que les acompañarán toda la vida. A veces, cuando veo a mis
alumnos más grandes romperse la sesera tratando de completar largos facsímiles
que deben presentar durante la tarde en sus preuniversitarios, no dejo de
pensar en cuánta importancia le dan a conocimientos que a la larga sólo serán
un peldaño para conseguir una profesión, conocimientos que a la postre
olvidarán; pero si con el mismo ímpetu se formaran en los principios y valores
que le acompañarán por toda su vida, otra cosa sería. Son esos los elementos
que debieran una y otra vez subrayarse y sobre todo vivirse entre nosotros para
que nuestros alumnos lleguen a ser hombres y mujeres de bien. Es el sueño de
cada padre y cada profesor, pero la experiencia nos muestra que esto no es siempre
así. En algo fallamos para que haya tanto desalmado haciendo de las suyas.
En este mes que se
inaugura con la Fiesta
dedicada a todos los difuntos, es decir aquellos que nos antecedieron y que
dejaron de existir cuando de ellos salió ese halo, la fuerza vital, el espíritu
o el alma, como solemos decir, conviene tener presente estos pensamientos con
el fin de darle a esas vidas un verdadero sentido. Por ello en los colegios
josefinos más que educar sesos, o lo que es lo mismo, educar sólo para la PSU , nosotros decimos que los
educamos para el cielo, formándolos en esos valores que les dan sentido a sus
vidas. Por ello no nos cansaremos de insistir, al igual que el lema de nuestros
colegios del Brasil que aquí educamos corazones!.
DON MARCO