lunes, 23 de abril de 2012

En las huellas de San Leonardo Murialdo


El arribo de los primeros josefinos a Chile en 1947, estuvo marcado a los pocos meses por dos acontecimientos que ciertamente les han debido impactar: recién cumplían un año en Chile y en marzo de 1948 fallece en esta casa el P. Renato Selva, un joven misionero de apenas 33 años. El dolor algo se alivió, pues en abril del año 1949, es ordenado sacerdote el P. LuisParussini por parte del recordado Cardenal José María Caro. En este hecho los josefinos habrán entendido un signo, pues el joven misionero fallecido ofrecía en su agonía su dolor por nuevas vocaciones en estas tierras de misión. Largos años debieron transcurrir para que en la antigua Capilla fuese ordenado un exalumno de este colegio, se trata de P. José Troncoso, quien recibiera el Orden sagrado de manos de Monseñor Jorge Hourton en agosto de 1975. Tras largos años de espera y de constante oración, hoy asistimos a un momento de verdad histórico, pues junto a nuestro exalumno Jesús Castillo, serán ordenados otros dos seminaristas chilenos, Rafael y Eduardo, hecho inédito en la historia de la Congregación en Chile.
En estos tiempos, en que muchas empresas se preocupan de certificar su calidad a través de exigentes parámetros y en el que también los colegios invierten muchos recursos para recibir el preciado sello que certifique su calidad educativa, me pregunto cuál debiera ser el sello característico de un colegio de Iglesia. Por cierto, el empeño por destacar en lo pedagógico no debe dejarse como algo secundario, pero según mi parecer, hay otros elementos que hablan bien de una escuela  católica y ello está en la capacidad de dar frutos en el ámbito religioso. Son esos los frutos que debieran enorgullecernos y hacernos pensar que estamos en buen camino. Cuando vemos  muchos niños y familias empeñados seriamente en su preparación para recibir a Jesús por primera vez; cuando se repletan las vacantes para ser catequistas de los niños más pequeños o cuando nos faltan catequistas para atender a los más grandes que quieren confirmar su fe, son signos evidentes de una comunidad fecunda que ha apostado por la formación de sus alumnos en la fe y de una fe que al crecer se traduce en obras concretas.
El regalo maravilloso de las vocaciones sacerdotales y religiosas a las que hoy asistimos, se une a una hermosa lista, que en las páginas interiores encontrarán y en la cual aparecen otros tantos exalumnos que en un número no casual de 12, han sido llamados a seguir al Pescador de hombres. Son ellos el mejor ejemplo de la fecundidad de esta comunidad, la cual quiere entregar a la sociedad jóvenes cristianamente inspirados, para llevar el mensaje del Evangelio en el siglo XXI. Para ellos vaya el deseo de seguir las huellas de san Leonardo para que, siguiendo su ejemplo, otros continúen esta hermosa vocación.
                                           DON MARCO

jueves, 12 de abril de 2012

“NO HAY PEOR SORDO……..QUE EL QUE NO QUIERE OÍR”




La sabiduría popular expresa en este proverbio una realidad que en este año debiéramos analizar con atención. Se nos propone como lema “Escuchando se dialoga, dialogando se construye” y no más iniciar esa frase aparece la condición para que ese diálogo sea efectivo: la necesidad de escuchar. Múltiples son las situaciones en que de haber sido capaces de escuchar atentamente los signos que a diario se nos presentan, habríamos tomado una decisión mejor. Así debiera ser también en todo orden de cosas. Por ejemplo, llama la atención que muchas de las demandas que los pueblos expresan, no sean atendidas hasta que se provoca una situación de alteración del orden público. Inmediatamente como respuesta, la autoridad concede todo o gran parte de lo mismo que antes se negaba tajantemente a entregar. De esta forma se va sentando un pésimo precedente, pues de haber sido capaces de escuchar el sentir de la gente se hubiese podido responder a ello sin mediar presión alguna. Parece que esto es algo que aún no logramos aprender. Nuestra vida social sería más serena, si quienes detentan el poder estuviesen más atentos a ir escuchando esas señales que a diario surgen de las necesidades insatisfechas de sus conciudadanos. Llevando esto al extremo, basta ver lo que ocurre en aquellos pueblos sojuzgados por dictaduras eternas como las del medio oriente y otras más cercanas y cómo, cual si fuese una válvula que explosa, las muchedumbres exigen un cambio radical de gobierno en revueltas que acarrean siempre muerte y destrucción.

Para los creyentes este dicho popular cobra especial importancia cuando lo asociamos a la incapacidad de escuchar la voz de Dios. El nos habla siempre, somos nosotros los sordos, que no oímos o lo que es peor no queremos oír. Por eso el dicho señala que no hay peor sordo que el que no quiere oír. La voz de Dios manifestada en lo que Murialdo llamaba los “signos de los tiempos”, nos debiera impulsar a estar atentos a leer esos signos a través de los cuales se manifiesta su voluntad.

Este año es una excelente ocasión para tratar de vivir más atento a lo que Dios quiere de nosotros. Muy distinta sería la convivencia social si quienes nos gobiernan estuviesen más atentos a escuchar esos signos y reaccionaran con prontitud. Parece que nunca aprendemos y la historia nos muestra uno y mil ejemplos de aquellos que, haciendo oídos sordos, sólo se escuchan a sí mismos y una y otra vez se equivocan. Muy distinta sería también la vida escolar y familiar si estuviésemos atentos a escuchar lo que el Señor a cada instante nos va indicando para seguirle.



DON MARCO