jueves, 28 de noviembre de 2013

Murialdino N°92 EDITORIAL


TENGO UN SUEÑO

         50 años han pasado desde que el pastor protestante Martin Luther King, remeciera a sus compatriotas con el famoso discurso que abogaba por la total integración de la población negra en Estados Unidos y el reconocimiento de su igualdad de derechos ante los blancos. Hoy sabemos que en dicha jornada del 28 de agosto de 1963, también hubo otros oradores, siendo King uno de los últimos en hablar. Sus palabras, especialmente las más recordadas y repetidas, se basan en el libro de los libros, la Biblia, en los textos de Isaías:
“ ¡ Hoy yo tengo un sueño !
Yo tengo un sueño que algún día cada valle será elevado, y cada colina y montaña serán hechas llanas. Los lugares más ásperos serán aplanados y los lugares torcidos serán hechos rectos, y la gloria de Dios será revelada y todo género humano se verá junto”.

       40 años atrás, vivimos una experiencia que a muchos nos ha marcado profundamente. El día 11 de septiembre es de aquellos días que no terminan, a diferencia de algunos que los vivimos y que luego ni siquiera recordamos. En cambio éste es un día que, independiente de nuestras personales posiciones políticas no nos puede dejar indiferentes. Al mirar el pasado y ver lo que aún sigue ocurriendo en nuestro querido país, no puedo sino pensar que somos una sociedad esquizoide. Pues en estos mismos días en los que desde veredas enfrentadas muchos se agredirán, se insultarán en marchas y protestas, a los pocos días los mismos, ahora no enfrentados, serán capaces de elevar juntos sus deseos de un Chile mejor, en un brindis en el cual no hay posiciones divergentes. Agréguese a lo anterior, que antes de esas dos fechas, 11 y 18, habrá un partido de fútbol, realizado en el mismo Estadio Nacional, centro de detención y tortura en su momento, y en el cual hoy casi 50 mil voces, algunas hasta la disfonía, serán capaces de cantar con gran fuerza el Himno que a todos nos une. ¡Qué sociedad más extraña!


   Hoy yo también tengo un sueño. El mismo que iluminadamente escribiera en 1991, ese gran chileno el Cardenal Silva Henríquez, quien iniciaba su apostolado en Santiago en el mismo momento que en Estados Unidos se escuchaba el sueño de Martin Luther King. El mismo cardenal que visitó ese Estadio Nacional a pocos días del trágico 11,  y que, al igual que muchos de nosotros, anida en su corazón el sueño de un Chile mejor, más justo, porque aún no lo es; donde haya más dignidad, pues a muchos aún se les atropella, un país más solidario, pues somos uno de los países donde escandalosamente la riqueza está concentrada en unos pocos; un país donde aprendamos de una vez a respetar y respetarnos; un país que vuelva su mirada hacia el Señor, al cual le da muchas veces la espalda con las consecuencias que vemos a diario. Hoy al evocar ese sueño de Chile, les invito a que juntos soñemos un Chile mejor, iniciándolo en nuestras propias familias y lugares de trabajo.                                                                                                                                                                                                 DON MARCO