EL
POBRECILLO QUE NOS ENRIQUECE
Francisco de Asís es quizás uno de los santos
más queridos en el mundo. Baste pensar que es el Patrono de los ecologistas, de
los animales, del medio ambiente, de los scouts, de los veterinarios. Su figura
la encontramos en muchos lugares y su nombre nomina muchas calles de pueblos y
ciudades. Su influjo espiritual es un modelo que por siglos ha atraído a muchos
a seguir su ejemplo, tanto a religiosos y religiosas, así como también, a muchos
laicos que, sin abandonar su estado de vida, se han adornado de sus virtudes.
Así lo vivió el Padre Hurtado, quien antes de ser jesuita, profesó en 1916 en la Tercera Orden franciscana,
quizás siguiendo el buen ejemplo que antes le había dado su madre, doña Anita
Cruchaga quien fuera una destacada colaboradora Terciaria. La misma Gabriela
Mistral, que escribiera los “Motivos de
san Francisco”, fue sepultada con el hábito franciscano, legando a los
niños del Valle de Elqui sus derechos de autor y dejando a los Franciscanos la
custodia de la medalla y diploma que recibiera como Premio Nobel de Literatura.
La poeta escribe a la muerte del Padre Hurtado: “del santo de Asís tenía también el hablar con gracia, la expresión a
la vez donosa y llana.”
Podríamos seguir enumerando
muchos otros ejemplos del influjo de Francisco, pero baste un último. Este año
nuestro querido Papa, decidió tomar de él su nombre. Resulta extraño que,
siendo un santo tan querido, nadie antes haya tomado ese nombre. El mismo Papa
nos cuenta que al momento de recibir la felicitación del Arzobispo de Sao Paulo
por su elección, éste le dice ““no te
olvides de los pobres”, entonces pensé inmediatamente en Francisco de Asís.
Después, mientras seguía el escrutinio, (…) pensé en las guerras y Francisco es
el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia todo lo creado en este
momento. Así surgió el nombre en mi corazón: Francisco de Asís”. Y termina
exclamando:”Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres”. De
esta forma entendemos mejor lo que desde el primer momento estamos viendo en el
proceder del Pontífice, su sencillez de espíritu, su modesto estilo de vida, las
ansias – al igual que Francisco- de restaurar la Iglesia de Jesús, para
hacerla más cercana y creíble a muchos que por todo el mundo tienen sed de
Dios, de un Dios como el que siguió Francisco y como el que nos quiere
presentar el actual Papa.
Valgan estos pensamientos
para homenajear en este mes de octubre al santo que vivió radicalmente la
pobreza, el que nos enseñó que el Evangelio hay que leerlo y vivirlo sin glosa,
el cual providencialmente hoy se nos presenta como un modelo de vida, el mismo que
nos dejó esta bella oración y que podría ser la forma constante de relacionarnos:
“El
Señor te bendiga y te guarde, ilumine su rostro sobre ti y tenga misericordia
de ti. Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz. El Señor te bendiga”.
DON MARCO