Murialdino N°105 "Misericordiar"
El Papa Francisco ya nos está
acostumbrando a usar palabras extrañas, neologismos que buscan subrayar con más
fuerza palabras que a veces se desgastan o no entendemos suficientemente. Es el
caso de la expresión misericordia, la que nos llama a tener un corazón
compasivo. Misericordiar es por lo tanto, un imperativo que se nos impone en
especial en este año. El Papa ha querido convocar hace unos días a un “Jubileo de la misericordia” el que
justamente se iniciará a fines de este año, fecha que coincide con el Encuentro
de Jóvenes Murialdinos, quienes a inicios de noviembre se reunirán en esta casa
para tratar de hacer vida este llamado
papal.
Hablar de misericordia en los
tiempos actuales parece una real necesidad. A diario vemos como los que muchas
veces se visten del ropaje de servidores públicos, casi como si ello fuese poco
menos que un apostolado, se aprovechan de resquicios legales y en definitiva de
la buena fe de todos nosotros. Los escandalosos hechos que a diario se van
descubriendo, en que se han extendido boletas para defraudar al fisco con
trabajos inexistentes o de escaso valor, son un bofetón a los más pobres de
nuestra sociedad. Los millones involucrados y la desfachatez para tratar de
justificar lo injustificable, no pueden sino acarrear la rabia de quienes
muchas veces por culpa de la gestión de esos mismos falsos servidores públicos,
ven postergados sus justos derechos a una retribución más digna.
Como ser un verdadero rostro
de misericordia, nombre de la Bula
con que se hizo la convocatoria, parece ser la gran tarea a descubrir a partir
de este momento. Tal como lo dice el texto: “Ante
el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de escuchar el llanto
de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los
afectos, la vida misma. (…)La verdadera vida es algo bien distinto. Dios no se
cansa de tender la mano”. Dios no se cansa de tender la mano, tender la
mano para acoger, para ayudar, para compadecerse. Pareciera que en nuestra sociedad,
especialmente en la chilena, estas palabras instan a muchos a “tender las
manos”, pero para robar, para apropiarse sin sudar ni una gota de dineros que
no se merecen.
No quisiera que se entienda, como muchas veces ocurre,
que esta es una labor de la
Iglesia, como si por Iglesia se debiera comprender a la pura
jerarquía y no a todos los que nos decimos cristianos. El que la Iglesia sea el rostro
visible de Dios, nos urge a que cada uno se sienta interpelado a ser signo y
testimonio de la misericordia en todos los aspectos de la vida personal Es lo
que llevó a la práctica nuestro querido santo Leonardo Murialdo, quien siendo
de condición acomodada, no dudó en dejar esos privilegios y dedicarse hasta
consumir sus bienes y su propia vida por sus alumnos, miserables en muchos
aspectos, pero ricos en amor, prodigado a manos llenas por un santo que se hizo
para ellos padre, amigo y hermano.
DON MARCO