EDITORIAL
MERITOCRACIA V/S PITUTOCRACIA
No sé si es sólo una anécdota, pero se cuenta que Murialdo recibió a un niño que postulaba a su Colegio Artesanitos, el cual no reunía los requisitos habituales. Ante la disyuntiva de decirle que no podía ser aceptado, se le ocurrió preguntarle si sabía correr, y efectivamente el niño lo supo hacer, con lo cual Murialdo al ver que ese era un logro, lo aceptó de inmediato como alumno del colegio. Aunque sólo fuese un hecho ficticio, éste nos muestra algo tan necesario en nuestros ambientes educativos, y es darse cuenta que todos de una u otra manera, tienen algún talento que hay que descubrir y potenciar. Nadie por lo tanto es tan negado, que no tenga alguna gracia que le valide ante el resto.
En nuestro ambiente, hay siempre una pugna entre la meritocracia y el pitutismo, es decir entre las reales capacidades de las personas y las presiones que se ejercen para conseguir algún propósito. Interesante resultó a inicios de este año la polémica desatada por quien después fuese designado Ministro de Educación, quien señaló que en su colegio había varios, que él consideraba idiotas, y que pese a ello, sólo por el poder de sus redes sociales habían llegado a ocupar puestos importantes. Demás está decir las disculpas que tuvo que dar no sólo a su promoción sino a todo su colegio. Por cierto que equivocó la forma, pero en el fondo no dijo nada que no sepamos. Que en nuestro país, y supongo que en otros con igual o mayor énfasis, hay personas que no lograrían llegar donde están por sus méritos personales, sino que deben recurrir a esas redes de apoyo, que no destacan los talentos, sino sólo los favores, o como se dice hoy habitualmente, los pitutos. Pocos, cuando buscan un empleo, confían sólo en sus capacidades, es habitual, que al saber cuál es la empresa, comiencen de inmediato a ver a quien de esa empresa conocen para pedirle que, en buen chileno, les dé un empujoncito. Otro tema es el de la proveniencia social, el que ha llegado a ser un obstáculo para muchos, que deben mentir para no tener que identificar su comuna, pues podría ser un punto en contra antes incluso de que le entrevisten.
En estos días comienzan las postulaciones a nuestro colegio. Y aunque no lo crean, no faltan los postulantes, que de inmediato intentan conseguir cartas de recomendación de párrocos, personeros ministeriales, obispos y hasta del palacio presidencial. Han de saber que todas esas cartas no hacen sino aportar unos gramos a los kilos de papel que reciclamos, pues, desde sus inicios este colegio se ha distinguido por valorar los méritos de los postulantes y no la cuña que presiona indebidamente para que entre. Así como en la anécdota del inicio, los seguidores de Murialdo, confiamos en las capacidades de cada persona y depositamos en ello la confianza en que esos futuros profesionales harán el paso necesario para que la justa movilidad social, de la cual tanto se habla, sea al menos en este pequeño espacio de nuestra sociedad una realidad.