lunes, 4 de junio de 2012

Nuestro Pentecostés


La mañana del pasado sábado 26 de mayo no podía estar mejor ambientada para vivir, a una escala menor, un nuevo Pentecostés. El fuerte temporal de viento y lluvia que desde la tarde anterior se hizo presente, y que podría habernos aguado la fiesta, no hizo más que dar el tono a lo que más tarde pudimos vivir en esta celebración. Así como hace 2000 años, las lenguas distintas que en un primer momento generaban confusión, dieron paso a que todos los participantes entendiéramos claramente lo que el Espíritu nos estaba diciendo. Así, misioneros venidos de la India, de Albania, y otros que hablaban italiano, no tuvieron inconvenientes para comprender todo lo que en ese día se nos entregó. De igual manera, el temor que acompañó a los primeros discípulos, estuvo también presente en los nuevos ordenandos. No era para menos, la importancia del sacramento que recibirían generaban unos nervios que quedaron atrás, luego de la hermosa ceremonia en que recibieron, por la imposición de manos, el Orden sagrado.
El templo parroquial de La Reina estuvo repleto de fieles provenientes de las distintas comunidades josefinas y de las Hermanas Murialdinas. Las familias de los nuevos sacerdotes, emocionadas acompañaron la Eucaristía que concelebraron más de veinte sacerdotes presididos por el obispo josefino Monseñor Celmo Lázzari, venido desde Ecuador y flanqueado por  P. Mario, General de la Congregación y por P. Pablo, Provincial de Argentina-Chile. Nada se dejó al azar. La iglesia, hermosamente adornada sirvió de marco para que  el coro de niños y jóvenes de nuestro colegio tuviera un excelente desempeño. En la homilía Monseñor Lázzari, subrayó la importancia del sacerdocio e instó a los nuevos sacerdotes a seguir el ejemplo del Señor, quien vino a servir a su pueblo.

Terminada la ceremonia pudimos compartir un brindis, el que estuvo amenizado por el grupo folclórico de nuestro Liceo, quienes hicieron un recorrido por las danzas típicas de los países en que están presentes los josefinos. Al día siguiente, en nuestra Capilla acompañamos a P. Jesús en su Primera Misa. Éste fue otro momento de alegría, en el que nuestra comunidad mostró en una multiplicidad de gestos, que éste era de veras un hecho histórico para nuestro Liceo.

Dios permita que este pequeño Pentecostés que hemos vivido, traiga a nuestras comunidades el soplo del Espíritu, que con sus dones infunda fuerzas nuevas a todos los que integramos la familia murialdina. Que esos dones nos hagan mirar con ojos nuevos una realidad muchas veces marcada por desuniones, mezquindades y pequeñeces de todo género. Nada más distinto de lo que se espera de los que han recibido el Espíritu.

                                           DON MARCO